Por Omar Fernández
Ciudadanía RD Media
Luego de una indeseada pero obligada pausa, me siento feliz de poder retomar esta columna mensual que con mucha generosidad este prestigioso diario me ha facilitado para plasmar mis reflexiones sobre temas que, a mi humilde parecer, podrían ser de interés para quienes me honran con su lectura.
Pasadas las elecciones, he aprovechado este período de transición para reflexionar sobre lo acontecido en la recién concluida campaña electoral, así como en lo que se avizora de cara al próximo cuatrienio. Y es que siempre he creído que tenemos que entender de donde venimos, si queremos comprender hacia donde vamos. El pasado proceso nos deja distintas enseñanzas, sin duda, pero si una me ha marcado para siempre, es la de nunca subestimar la inteligencia de los pueblos. Aclaro que nunca lo hice, pero reconozco que en más de una ocasión me cuestioné cual sería el resultado final de las elecciones; estoy seguro que no fui el único. Más bien, creo que cabe perfectamente preguntarnos: ¿quién no?
Lejos de pretender lucir débil con esta confesión, lo hago convencido de que tenemos que saber ser objetivos: fue mucho con demasiado. Quizás el caso más visible de lo que significa ser un candidato del oficialismo dispuesto a todo, fue el del Distrito Nacional. Pero no fue el único.
Queda claro que el partido oficialista no logró todo lo que se propuso, a pesar de que el gobierno y sus funcionarios hicieron lo que les correspondía en todas las provincias del país, logrando una victoria en primera vuelta de su candidato presidencial, así como la de 29 senadores y más de 145 diputados. Estos resultados han terminado por otorgarle al gobierno del PRM una supermayoría en ambas cámaras, la cual le permitirá aprobar cualquier iniciativa legislativa sin necesidad de consensuar absolutamente nada con la oposición.
Así lo quiso el propio presidente, cuando en el marco de la campaña dijo: “La República Dominicana necesita un congreso nacional con legisladores que no entorpezcan los grandes proyectos del gobierno en favor del país”.
O cuando también explicó que, a su parecer, un congreso sólido era aquel que: “Nos pueda filtrar informaciones”. Y lo cierto es que no puedo estar más en desacuerdo con el primer mandatario. El congreso ideal no se parece en nada al que describe, más bien, es aquel que legisla con total autonomía, como primer poder del Estado. Es uno que representa la voluntad de la gente, tal y como manda la Constitución de la República. Es aquel que fiscaliza al propio Poder Ejecutivo, como contrapeso efectivo en una democracia robusta. Son dos formas diametralmente distintas de ver al Congreso Nacional. Totalmente contrapuestas. Pero, puede que tenga un sesgo natural, hablando como un diputado que solo desea que las instituciones puedan operar de la mejor manera.
Ahora tendremos una correlación de fuerzas muy desigual. Apenas tres senadores de 32 para la oposición, y tan solo 28 diputados de 190, en el caso de la Fuerza del Pueblo. Es inminente la reforma fiscal, que como el cuento en que llaman al lobo, pero no termina de llegar, esta si llegará pronto y esperemos que no sea una que termine por comerse a las ovejas, o la gente en este caso.
También se han anunciado otras reformas como la constitucional, la del código laboral y el código penal que, en el caso de esta última, finalmente ha sido aprobada en el Senado pero con artículos que deben ser corregidos en la cámara baja, así como muchos otros temas de trascendencia nacional que se discutirán en las próximas legislaturas.
En fin, el congreso que viene es uno que, a pesar de no contar con una oposición con votos suficientes para frenar cualquier despropósito, tendrá como objetivo fundamental informar, defender y empoderar a una ciudadanía que terminaría por ejercer la presión necesaria desde fuera, para lograr las transformaciones que todos queremos desde dentro. Esa es la visión. En la segunda parte, les hablaré de otro congreso que viene y mis opiniones sobre el mismo. Me refiero al congreso que, como manda la ley, celebrará mi partido: La Fuerza del Pueblo.