Por Redacción
CRDmedia
El pasado domingo, Nueva York estuvo de fiesta. En el Madison Square Garden, hogar de los Knicks, se realizó la última actividad multitudinaria del partido republicano , con Donald Trump como candidato. El expresidente llamó al evento un “festival de amor”. La mención de “festival de amor” nos recuerda a los de la comunidad hippie, conocidos por celebrar la paz, el amor libre y la unidad.
Lo curioso de estos festivales hippies era que promovían un ambiente pacífico con eslóganes como “Make love, not war” (Haz el amor, no la guerra). Celebraban la libertad en las relaciones amorosas, rechazando las normas tradicionales y promoviendo la experimentación y la apertura. Había una gran presencia de música, especialmente rock psicodélico y folk, así como arte y expresiones creativas. Los participantes buscaban una sensación de comunidad y unidad, compartiendo experiencias y viviendo de manera colectiva. Y, por supuesto, el uso de drogas como el LSD y la marihuana era común, con el objetivo de alcanzar estados alterados de conciencia y experimentar nuevas formas de percepción.
Estos festivales buscaban crear un espacio donde las personas pudieran expresarse libremente y experimentar una forma de vida alternativa. Uno de los mensajes de amor más conocidos de John Lennon es la canción “Love”. En ella, Lennon expresa que el amor es real, es sentir, es querer ser amado, y es tocar. Otro mensaje famoso de Lennon es la canción “All You Need Is Love” de The Beatles, que se convirtió en un himno de paz y amor en todo el mundo.
En el caso del evento político de cierre de campaña realizado en el Garden, nombrado por Trump como “un festival de amor”, se sentía un ambiente fantástico, lleno de mucha vibra positiva, siempre que tú no fueses boricua o descendiente de la Isla del Encanto. ¿Por qué decimos eso? Bueno, lo expresamos por la participación del humorista Tony Hinchcliffe, quien llamó a Puerto Rico una “isla flotante de basura en el océano” y bromeó diciendo que a los latinos “les encanta tener bebés”, unos comentarios que han desatado la indignación de la comunidad boricua.
Por supuesto, el expresidente, desde su mansión en Mar-a-Lago, ha mantenido una actitud políticamente correcta ante tal desatino del humorista a solo una semana de las elecciones generales en los Estados Unidos, al decir, “No lo conozco, alguien lo puso ahí arriba”, se justificó el expresidente, cuya oficina de campaña ya previamente se ha desmarcado de los comentarios racistas de Hinchcliffe.
Al final, Trump concluyó diciendo que, “Nunca ha habido un evento tan hermoso. Fue como un festival de amor, un festival de amor absoluto”.
De los dos festivales de amor, tanto el de Trump como el de los hippies, podemos concluir que nunca nos opondremos al goce y esparcimiento sano, siempre y cuando dichas actividades no violenten el orden público, la moral y las buenas costumbres. En tal sentido, desde esta tribuna DECLARAMOS de forma categórica que, nos oponemos al uso de sustancias ilegales, a la práctica de sexo al aire libre, a la discriminación de un pueblo que le proveyó a los EE.UU. 50 mil ciudadanos boricuas para que fueran a pelear en una guerra que no era la suya, y sobre todo, nos OPONEMOS al Racismo y a todas formas de discriminación. Por lo demás, ¡QUE VIVAN los Festivales de Amor!.
Por cierto, en el Estado de Pensilvania, el Swing State mas importante en esta contienda electoral, hay un total de 600,000 votantes latinos de los cuales la gran mayoría son de origen puertorriqueño. ¿Tendrá alguna consecuencia política el chiste de la isla flotante de basura en el océano?