Por Redacción
CRDmedia
La reciente resolución del Tribunal Constitucional, que declara inconstitucionales los artículos 152 y 157 de la ley 20-23 de Régimen Electoral, ha abierto un nuevo capítulo en la política dominicana. Esta sentencia, que permite la participación de candidaturas independientes sin la necesidad de crear una organización política, ha generado una ola de reacciones y temores entre los líderes de los partidos mayoritarios.
¿Por qué el liderazgo nacional teme tanto la aprobación de candidaturas independientes? La respuesta radica en la amenaza que estas representan para el status quo. Las candidaturas independientes ofrecen una alternativa fresca y directa al electorado, permitiendo que ciudadanos comprometidos y con visión de cambio puedan aspirar a cargos públicos sin las ataduras y compromisos que conllevan los partidos tradicionales.
El párrafo tres del artículo 157 establece que las candidaturas independientes y las organizaciones que las sustenten estarán sujetas a las mismas disposiciones que los partidos políticos, con las adaptaciones necesarias según la Junta Central Electoral (JCE). Sin embargo, la resistencia de los partidos mayoritarios a esta resolución es palpable. Argumentan que la medida es nefasta para los intereses del pueblo dominicano, pero en realidad, lo que temen es la pérdida de control y poder que han mantenido durante décadas.
La sentencia TC-0788-24, emitida la semana pasada, ha sido vista por algunos dirigentes de partidos como una amenaza al sistema político. El delegado del Partido Revolucionario Moderno (PRM) ante la JCE, Sigmund Freund, ha indicado que se está organizando una reunión con todos los partidos del sistema para debatir las implicaciones de la sentencia y fijar una posición unificada.
La sentencia del Tribunal Constitucional, que surgió a raíz de un recurso interpuesto por Roberto Fiallo, ha puesto en el escaparate público la necesidad de una reforma electoral que permita una mayor participación ciudadana y reduzca la dependencia de las estructuras partidarias tradicionales.
El liderazgo político debe entender que cercenar la capacidad de las personas que aspiran a realizar cambios sustanciales en nuestro escenario político es un acto antidemocrático. La apertura a candidaturas independientes no solo diversifica la oferta electoral, sino que también fortalece la democracia al permitir que nuevas voces y perspectivas sean escuchadas.
La resistencia a las candidaturas independientes refleja el miedo de los partidos mayoritarios a perder su hegemonía. Sin embargo, es fundamental que se promueva un sistema electoral inclusivo y equitativo que permita la participación de todos los ciudadanos, independientemente de su afiliación partidaria. Solo así podremos avanzar hacia una democracia más robusta y representativa.