FILOSOFIAS DE VIDA EN LO COTIDIANO

 

Se me ocurrió contar el proceso como si fuese una receta de cocina de modo tal que quedaran evidenciadas las coincidencias con la vida real.

     

    Tom Hanks, interpretando a Forest Gump en la película del mismo nombre, hacía alegorías tomando como referencia una caja de bombones variados.
    Cada cual hace su paralelismo con aquello que el momento le provee.

    Hoy justamente recordé ese momento de la película cuando estaba limpiando unas habichuelas para ponerlas a ablandar. Cuando saqué las habichuelas del paquete, en mi mente comencé a describir los pasos que debía seguir y en cada uno de esos pensamientos me fui dando cuenta que había un paralelismo entre lo que estaba haciendo y la vida misma.

    Se me ocurrió contar el proceso como si fuese una receta de cocina de modo tal que quedaran evidenciadas las coincidencias con la vida real.

    En sentido general el proceso de limpieza de las habichuelas se inicia tomando puñados grandes de granos que vamos moviendo de una mano a otra para verificar que no hayan partes dañadas. Al constatar que todos están bien, entonces procedemos a colocarlos en otro envase profundo que hemos dispuesto para hacer la separación hasta terminar con el lavado total.

    Y así vamos avanzando, iniciando con puñados grandes y luego reduciendo la cantidad. Debemos reconocer los granos dañados y la basura que se ha emnpacado.

    A medida que avanzamos en la limpieza de todo el paquete de habichuelas, los puñados son más pequeños y casi siempre todo lo que no funciona va quedando en el fondo. Fácilmente, como si tuvieran vida propia, esas partes dañadas se tratan de camuflagear con las demás para poder entrar en la olla. Hay que estar muy atentos para no equivocarnos.

    En el proceso podemos encontrar mitades de habichuelas. No siempre son desechables, no siempre lo que está roto es porque está dañado. Hay momentos en que lo que está roto puede servir y otras veces no. Hay que aprender a identificar cuando realmente puede servir una habichuela rota.

    Otras veces veces se ven enteras y normales y por dentro están dañadas, no se nota y pasan inadvertidas. A veces son notorias, fáciles de separar. También es posible que encontremos alguna basurita e incusive hasta es posible que encontramos alguna pequeña piedrecita que procedemos a eliminar.
    Otra pieza no deseada son aquellas que no corresponden al tipo de habichuelas que estamos limpiando. No están mal, lo diferente no tiene por qué ser malo, de nosotros depende aceptar las diferencias o separarlas.

    Al terminar de quitar las piezas dañadas, toca el lavado: con abundante agua hay que remover mucho, de esa manera no solo quitamos el sucio, sino que también movilizamos los granos. Los que no sirven, aunque se vean bien por fuera, quedarán flotando con el agua, con lo cual tenemos la oportunidad de filtrar mejor los buenos granos. Es una acción que debe repetirse varias veces antes de finalmente poner su olla de habichuelas a ablandar en la estufa.

    Me pareció que en el proceso encontré muchas lecciones de vida. En este momento fue simplemente con la limpieza y lavado de unas simples habichuelas. Sé que aparecen por ahí muchas otros procesos de la vida cotidiana aparentemente simples, pero con descripciones que nos parecen filosofías de vida.

     

    Fuente: En La Punta de La Lengua

    Redacción
    Author: Redacción

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