“Los vecindarios armados de Hamilton”, ya están en Haití

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Dr. Marino Vinicio Castillo R.
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Dr. Marino Vinicio Castillo R., presidente del partido FNP.

He meditado mucho en estos días acerca de un tema que debería preocuparnos a todos. Se trata de la grave presencia de bandas criminales, poderosamente armadas, en las inmediaciones de nuestra frontera. Al final se hará una cita de Alexander Hamilton para explicar qué se puede estar procurando con ello.

El fenómeno es de una complejidad impresionante y se corre el riesgo de subestimarle si sólo se le considera como meramente criminal, formado por antisociales que medran con los secuestros de sus connacionales que tienen familiares en el extranjero y hacen remesas de auxilio solidario, en capacidad de pagar rescate por los suyos. Algunos religiosos extranjeros y unos ciudadanos turcos, también fueron víctimas de secuestro, sin que se sepa a la fecha si hubo o no pago por su recuperación.

El asunto es de otra índole y basta comprobar el tipo de armamento con que cuentan, sofisticado y costoso, que mueve a la inquietud de preguntarse cómo y dónde lo adquirieron, quién lo proporcionó y pagó las altas sumas de sus precios. Además, se observa que el papel de algunas de sus operaciones está destinado a controlar el territorio mediante el terror que espante a sus moradores y se vean forzados a abandonar sus viviendas y enseres, en procura de dar paso a un derrame de esa población desarraigada, preferiblemente por tierra, aunque a veces se utilicen episodios de embarques marinos hacia otros litorales, todo con el fin de que se conmocione la opinión pública mundial.

Es por ahí que hay que buscar los verdaderos y profundos motivos que han servido para la creación de ese engendro de las bandas criminales gobernantes.

Siempre he tenido el cuidado de responder con acritud los informes negativos por injustos que, tanto el Departamento de Estado de Estados Unidos, como los organismos internacionales a través de sus Agencias Tentaculares, ofrecen acerca de los derechos humanos, particularmente contra nosotros, cuando se refieren a supuestos tratos persecutorios y discriminatorios contra los inmigrantes ilegales haitianos y no se teme al colmo de mentir, en cuanto a que supuestamente se persigue también “por el color oscuro de la piel”.

He advertido que esas falacias, tan distantes de la realidad, quedan desmentidas por hechos como la participación y goce de más del ochenta por ciento de los lugares y puestos de trabajo en la construcción, así como de más del setenta por ciento de las plazas de trabajadores agrícolas. Ésto, sin contar, por otra parte, el acceso masivo a los medios y recursos de educación y salud, algo que destruye toda idea de repudio persecutorio o de desprecio fundados en el color de la piel o en la pertenencia a esa muestra trágica de la pobreza del mundo.

He sostenido, repito, que esos informes no han sido otra cosa que la preparación del expediente internacional del plan, activo y en curso, de nuestra reabsorción en un esperpéntico Estado Binacional, que encerraría las dos tragedias mayores de nuestra historia: la desaparición del Estado y la trituración de la Nación que la harían estallar en la forma más dispersa y odiosa, dándole hipócrita acogida en otras muchas partes del mundo, porque supuestamente “somos más aceptables por nuestros hábitos y costumbres, religión conocida sin degeneraciones sincréticas, lengua apropiada para la formación de los descendientes, una vez se establecieran en sus nuevos destinos.” Todo ésto ocurriría con cuatro o cinco millones de desterrados nuestros.

Tal es el gran crimen, es decir, lograr lo que se puso como proyecto en el Informe de ONU del año ´49 del siglo pasado, como posible y única solución al cataclismo demográfico de un Haití calificado como inviable de todos modos.

La Geopolítica ha terminado por invertir el destierro de “los isleños de Santo Domingo” y ha dado cuerpo al plan, sacrificando a los dominicanos por ser más “potables” y “palatables” para esas otras naciones que ahora están siendo sometidas al asedio de oleadas de emigrantes haitianos, fríamente calculado.

Esta diabólica pretensión, además, cuenta con el apoyo y favor de las Mafias del Crimen Mundial, que operaría así sin molestias, en “la tierra de nadie”, del “puerto libre” por surgir, con infraestructuras magníficas y todavía con recursos de todo tipo sin explotar: oro, petróleo, y, sobre todo, el tesoro de su ubicación, a pocas millas de la tercera frontera de Estados Unidos, Puerto Rico.

Mi afán ha sido despertar a los dormidos nuestros, que no se dan cuenta de la naturaleza monstruosa del trastorno en ebullición. Los Estados que componen hoy ONU votarían en mayoría nuestra desaparición, sin considerar que es una atrocidad, por lo que se hace necesario agudizarla, aún más, buscando causas deliberadas para justificar nuestro apocalipsis como pueblo.

Es un plan diabólico, dije, porque estoy convencido de que quienes lo llevan a cabo están conscientes de que lograr su ejecución plena conlleva la creación de situaciones sumamente peligrosas, comenzando por el desalojo compulsivo de millones de aquel territorio desolado y que su devolución en términos de guerra desde aquí sería espantosa. Para esa eventualidad la Geopolítica tiene, claro está, sus cascos azules de siempre. El hecho es que procuran forzar circunstancias que permitan demandar y alegar un asilo territorial masivo en nuestro suelo.

Y no es nada nuevo. Ya durante la Administración Clinton lo habían intentado, pero, en otros términos. Primero, la disolución, no la depuración de su Ejército; luego Aristide y su aterrorizante Papa Lebrún, empavoreciendo aquel pueblo en medio de un desorden sin comparación posible y, finalmente, la solicitud expresa y terminante al Presidente Balaguer, a fin de que consintiera el levantamiento de diecinueve campamentos de refugiados, del orden de veinte mil habitantes cada uno, ésto bajo amenaza de recortarle el período presidencial alcanzado en el ´94, como en efecto ocurriera. Sabemos todos cómo respondió la hidalguía de aquel gobernante, anciano y ciego.

Pero, hago un alto sorprendente. Acabo de recibir una noticia desconcertante; no lo quise creer, en principio, por la envergadura del escándalo que encierra, pero, comprobé que sí, es cierto, que se acaba de consumar uno de los más graves y escandalosos atropellos a la Soberanía Nacional, para mayor desgracia en la Ciudad Corazón, que es Santiago. La ACIS ha pactado y firmado con el Cónsul Haitiano de puesto allí, a fin de regularizar a medio millón de ciudadanos, sin identidad en su Patria, que no sea la genérica de su Constitución, que los asume “nacieren donde nacieren”. Han convenido Los Contratantes cosas increíblemente escandalosas y muy graves.

He sentido, más que ira, un hondo pesar por una experiencia tan díscola y desafiante de parte de algunos grupos que han animado a esa legendaria Asociación del comercio a cometer un crimen tan atroz como el cometido en esa caricatura insólita de Convenio. ¿Acaso no fue posible encontrar que algún estudiante de Derecho de último año le diera una consulta acerca de qué se trata? Alguien que le dijera: “Señores, sabemos de sus apremios por mejorar sus insaciables niveles de lucro, pero estamos en un país de leyes, un Estado de Derecho social y democrático, y ocurre que existe un Artículo, el 76 de su Código Penal vigente, que establece lo siguiente: “TÍTULO I: CRÍMENES Y DELITOS CONTRA LA COSA PÚBLICA CAPÍTULO I: CRÍMENES Y DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD DEL ESTADO SECCIÓN 1RA.: CRÍMENES Y DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR DEL ESTADO. Art. 76.- (Modificado por las Leyes 64 del 19 de noviembre de 1924 G.O. 3596; 1384 del 13 de marzo de 1947 G.O. 6605; 224 del 26 de junio del 1984 y 46-99 del 20 de mayo del 1999). Toda persona que, desde el territorio de la República, se ponga o trate de ponerse de acuerdo con Estados extranjeros o con sus agentes, o con cualesquiera institución o simples personas extranjeras, para tratar de que se emprenda alguna guerra contra la República o contra el Gobierno que la represente, o que se les hostilice en alguna forma, O QUE, CONTRA LAS DISPOSICIONES DEL GOBIERNO, SE INTERVENGA DE CUALQUIER MODO EN LA VIDA DEL ESTADO O EN LA DE CUALQUIER INSTITUCIÓN DEL MISMO, O QUE SE PRESTE AYUDA PARA DICHOS FINES, SERÁ CASTIGADA CON LA PENA DE TREINTA AÑOS DE RECLUSIÓN MAYOR. La sanción susodicha alcanza a todo dominicano que desarrolle las actuaciones mencionadas, aunque ello se realice desde territorio extranjero.”

Señores de ACIS, ustedes, pues, se han hecho pasibles de sometimientos criminales por querella popular de millares de ciudadanos, entre ellos centenares de abogados que jamás aprobarían una iniciativa tan groseramente ilícita.”

Yo pienso que ellos, todos, sabían de esos riesgos, pero consideraron posible correrlos, y después retractarse, dejando la estrafalaria intentona como una muestra de una supuesta aceptación de sectores nacionales a que se imponga el éxito de un plan de tal naturaleza.

Creo, no obstante, que la respuesta debe de ser masiva y contundente al crimen cometido; no hay lugar al arrepentimiento activo, pues el crimen ha sido cometido, no solamente intentado. Debemos procurar mil firmas de todos los estratos sociales nuestros y presentar Querella Formal contra los aventureros que han ideado esta afrenta a la República Dominicana.

Huelga decir que el estudio profesional nuestro, sumado a otros muchos y muy valiosos, estaríamos en disposición de ofrecer asistencia profesional gratis, ésto, porque a la Nación no se le puede cobrar ningún precio por su defensa.

Pero, vuelvo al principio. No nos engañemos; ONU y las potencias están detrás de estas maniobras siniestras y es al gobierno al que tenemos la obligación de exigirle esa defensa y, sólo en caso de su renuencia, su temor o su vacilación, se actuaría en la forma popular masiva que señalo.

Lo tragicómico es poder comprobar la utilidad que tiene un desafuero criminal como el cometido, que no es meramente intentado. En primer lugar, sus Firmantes: Un Cónsul Haitiano y el otro, un aparente y nuevo gobierno dominicano, que no sabíamos que existía, sólo lo sospechábamos. Ahí se habla de favorecer a medio millón de sujetos que, careciendo de documentos que acrediten su condición de haitianos, tendrán el premio de una regularización total de su presencia, aunque en el Cibao solamente. Es decir, que tendremos un nuevo Estado Nación, de carácter regional, porque así lo decidieron los propietarios de intereses comerciales dominicanos, con el tutelaje del mismo Organismo internacional que, sin sonrojo, por sus antecedentes terribles en el manejo de los expedientes del Timor Oriental y de Ruanda, asó como de otras trapacerías genocidas, pretende rediseñar nuestra existencia.

Medio millón en el Cibao indican que las regiones del Sur y el Este tienen el otro millón y medio, que a corto plazo demandaría un trato similar, y así se formaría la anhelada “minoría étnica” que sirva para la Solución Final. Una versión no menos triste que el Holocausto.

Ya tienen el precedente de Kosovo en Serbia, y todo se rigió por una Resolución de ese Organismo, que es ONU, aunque en aquel caso de Los Balcanes se trataba de una población primordialmente Serbia, que no es el caso en el conflicto domínico-haitiano.

En suma, hablamos de una confesión de ocupación con un tamaño seis veces mayor que el ofrecido por la Participación Ciudadana y sus ONG´s cómplices, en sus afanes de favorecer la traición a la Patria.

¿Cuál es el otro encanto del crimen cometido, además de ofrecer su prueba en un solo documento? Que se podrán sumar las Querellas sucesivas a todas aquellas instancias de poder que le hayan dado, por comisión u omisión, seguridades de que aquello era válido y legítimo, silenciándole que se trataba de una agresión abierta a la Soberanía Nacional.

Otra parte del crimen sirve para decirle al viejo Estado, el de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, que ya sobra, que no es necesario, y el gobierno que lo administra tendrá que ceder en favor de los dueños de aquellos intereses que se creyeron tan poderosos como para trasladar sus fábricas y preocupaciones de riquezas, así como benignas ventajas fiscales a la frontera, pretendiendo hacer una parcela catastral de su propiedad.

Una manera de decirle al actual gobierno, parcialmente saliente: “Cómo se le ocurre, Señor Abinader, hablar de Muro sobre nuestros planes? Usted verá las consecuencias. Es más, le vamos a arrancar un girón de su supuesta Soberanía y le vamos a usurpar su autoridad sobre regiones esenciales, declarándonos en gran medida virtualmente Independiente.” Una caricatura lamentable de la impenitente Cataluña.

Yo, que soy del Cibao, me he sentido más que ofendido, y me pregunto: ¿Y por qué no lo consultaron en Referéndum? Me imagino, o sé, más bien, cómo serían las reacciones de mi aguerrido San Francisco; de Moca, el otro útero de nuestra historia; de Salcedo, el de las Hermanas Mirabal; de La Vega de Juan Bosch; del Cotuí de Sánchez Ramírez, del Bonao indómito y los nuevos que acompañan a Nagua, con su gloriosa María Trinidad Sánchez. Parecería que el gobierno del viejo Estado esta derrumbándose. ¿Se están ustedes dando cuenta de que, en el fondo, lo que hay en realidad es un golpe de estado de ONU, con carambola de rebeldía popular?

Ya transcribí el artículo crucial que tipifica el crimen cometido, pero me siento en el deber de transcribir los enérgicos términos de la norma constitucional acerca de la Soberanía:

Artículo 3.- Inviolabilidad de la soberanía y principio de no intervención. La soberanía de la Nación dominicana, Estado libre e independiente de todo poder extranjero, es inviolable. Ninguno de los poderes públicos organizados por la presente Constitución puede realizar o permitir la realización de actos que constituyan una intervención directa o indirecta en los asuntos internos o externos de la República Dominicana o una injerencia que atente contra la personalidad e integridad del Estado y de los atributos que se le reconocen y consagran en esta Constitución. El principio de la no intervención constituye una norma invariable de la política internacional dominicana.

Artículo 5.- Fundamento de la Constitución. La Constitución se fundamenta en el respeto a la dignidad humana y en la indisoluble unidad de la Nación, patria común de todos los dominicanos y dominicanas

Mis preguntas son ya inaplazables: ¿Estarían ustedes todos dispuestos, no sólo a firmar las Querellas de mención, sino también a ejercer el legítimo derecho de la rebelión contra la autoridad establecida, si consintiere una ignominia como la pactada entre ACIS y el Cónsul de Haití? ¿No alcanzan ustedes a ver que ya los tramos fatales están llegando y se sienten sus pasos fuertes y odiosos sobre el honor nacional?

Como siempre, aguardo la gracia del Señor para que nos ampare en medio de esta tormenta.

Post Data: Prometí, y no puedo olvidar, reproducir la cita de Alexander Hamilton para explicar el título de esta entrega: “Los vecindarios armados de Hamilton, ya están en Haití”. Escribió el fundador federalista Hamilton: “Pretender una continuación de la armonía entre una serie de soberanías independientes e inconexas, situadas en el mismo vecindario, sería no hacer caso del curso uniforme de los acontecimientos humanos y desafiar a la experiencia acumulada a lo largo de los tiempos.”

Fuente: LA RESPUESTA

Redacción
Author: Redacción

Medio digital de comunicación de República Dominicana

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