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Muchas personas con covid-19 pierden temporalmente el sentido del olfato.
A medida que se recuperan, este por lo general regresa, pero algunos descubren que las cosas huelen diferente y algunas que deberían oler bien, como la comida, el jabón y sus seres queridos, huelen repulsivamente.
El número de personas con esta afección, conocida como parosmia, aumenta constantemente, pero los científicos no están seguros de por qué ocurre o cómo curarla.
Clare Freer termina llorando cada vez que intenta cocinar para su familia.
«Me mareo con los olores. Un olor podrido invade la casa en cuanto se enciende el horno y es insoportable», describe.
La mujer de 47 años de Sutton Coldfield, Reino Unido, ha estado padeciendo parosmia durante siete meses y dice que muchos olores cotidianos le resultan repugnantes.
Las cebollas, el café, la carne, las frutas, el alcohol, la pasta de dientes, los productos de limpieza y los perfumes le dan ganas de vomitar.
El agua del grifo tiene el mismo efecto (aunque no el agua filtrada), lo que dificulta el lavado.