Viena/Belgrado,(EFE).- Los disturbios esta semana con más de 80 heridos, entre ellos 30 soldados de la OTAN, son los más graves ocurridos desde hace años en Kosovo, donde la minoría serbia sigue rechazando la autoridad del Gobierno kosovar, 15 años después de que se independizara de Serbia de forma unilateral.
Estas son las claves que explican el aumento de tensión en Kosovo, donde viven unos dos millones de albaneses étnicos y unos 80.000 serbios.
¿Por qué hay disturbios?
Los serbios del norte de Kosovo se niegan a aceptar la autoridad de los alcaldes de cuatro municipios donde esa comunidad es mayoría. Esos regidores, de etnia albanesa, fueron elegidos en abril en unos comicios boicoteados por los serbios.
La tensión comenzó el pasado viernes, cuando los serbios bloquearon el acceso de los ediles a los ayuntamientos y la policía kosovar les abrió paso a la fuerza, algo que fue criticado por Estados Unidos, el principal valedor de Kosovo.
El lunes, las protestas se tornaron violentas y 50 manifestantes y 30 soldados de la misión de la OTAN, la KFOR, resultaron heridos en Zvecan. Como reacción, la OTAN enviará otros 700 militares para reforzar el contingente de los 3.800 ya desplegados.
¿Qué quieren los serbios?
Los serbios exigen la retirada de los alcaldes y de las unidades especiales de la Policía kosovar. Dicen sentirse discriminados por el Gobierno central y exigen que se les conceda un cierto nivel de autonomía, algo acordado en 2013 pero que Pristina no aplica, argumentado que eso atentaría contra la integridad del país.
Cúal es la postura de Serbia
El presidente serbio, Aleksandar Vucic, promete que nunca reconocerá la independencia de Kosovo, un asunto delicado, ya que cualquier actitud conciliadora le podría costar el apoyo de los votantes más conservadores y nacionalistas.
Serbia considera Kosovo no sólo como una parte de su territorio, sino como el origen casi mítico de la nación, en parte porque allí están los principales centros del cristianismo ortodoxo serbio.
¿Y del gobierno kosovar?
El primer ministro kosovar, Albin Kurti, también es nacionalista como Vucic, y hace años incluso reivindicaba la unión de Kosovo con Albania.
El líder kosovar afirma que no retirará a los alcaldes elegidos en las elecciones boicoteadas y acusa a Belgrado de provocar tensiones mediante el envío de grupos extremistas y violentos.
¿Qué papel juegan la UE y EEUU?
Estados Unidos apoyó desde el principio la independencia de Kosovo, y también lo hacen ya 22 de los 27 países de la (UE) Unión Europea (todos menos España, Grecia, Rumanía, Eslovaquia y Chipre).
La UE lleva años mediando para que Kosovo y Serbia mejoren sus relaciones, una condición para que algún día puedan entrar en el club comunitario, y actualmente hay un nuevo plan sobre la mesa.
Este plan prevé que ambas partes no se bloqueen en los foros internacionales y normalicen sus relaciones en numerosos ámbitos, aunque no contiene un reconocimiento explícito de Kosovo por parte de Serbia.
EEUU criticó primero el uso de la fuerza por la Policía kosovar y luego los ataques serbios a los soldados de la OTAN. Para rebajar la tensión, propone que los alcaldes sigan ejerciendo, pero no desde los edificios de los ayuntamientos, y que la policía especial kosovar se retire. La UE ha pedido, al igual que EEUU, que las dos partes eviten una escalada de la tensión.
¿Qué dicen Rusia y China?
La crisis de Kosovo se juega también en el tablero internacional y es un escenario más del choque entre potencias. China y Rusia, que no reconocen la soberanía de Kosovo, dicen que el problema es que no se respetan los derechos de los serbios.
Moscú acusa a Occidente de instigar el conflicto y de vulnerar la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU, que preveía una negociación para crear “un gobierno autónomo sustancial” para Kosovo teniendo en cuenta plenamente los principios de soberanía e integridad territorial de Serbia.
Serbia, que aspira a entrar en la UE pero tiene excelentes relaciones con Moscú, se mantiene equidistante en la guerra de Ucrania, condenando la invasión rusa pero sin unirse a las sanciones europeas contra Rusia.