Santo Domingo, RD.– Eugenio Torres denunció que en Samaná ejecutaron tres jóvenes que fueron sacados a las 9:00 de la noche de la cárcel
El director de los Derechos Humanos sin Rostro, Eugenio Torres, exigió la renuncia del director general de prisiones, Roberto Hernández, por su silencio ante el incendio ocurrido en La Victoria, en el pasado mes de marzo, y otras presuntas irregularidades.
“Exigimos la destitución del director de prisiones del Nuevo Modelo, Roberto Hernández, quien ha mantenido en silencio lo que pasó en La Victoria (…) donde hay un promedio de 200 personas muertas”, manifestó Torres.
Indicó que a las familias de estos fallecidos “el sistema de miedo de nuestro país” provocó que no se sumaran a la manifestación organizada en el parque Braulio Álvarez, ubicada en la calle Luis Manuel Cáceres.
Asimismo, expresó su preocupación ante las ejecuciones, que según indicó han estado ocurriendo, así como el proceso que tienen que atravesar las mujeres cuando acuden a visitar a sus parientes a la cárcel y la “cantidad de drogas que hay en las mismas”.
“Cómo es posible que el Nuevo Modelo tenga más armas y más droga que las cárceles tradicionales, ¿quién mete esas armas?, ¿quién mete esa droga? Pero no tanto eso, cuando la esposa va a visitarlo, la desnudan, le quitan la ropa interior y tiene que dar 10 saltos atrás y 10 pasos hacia delante para ver si expulsa algo de sus partes”, dijo el director de los Derechos Humanos sin Rostro.
En cuanto a las ejecuciones, denunció que en Samaná ejecutaron tres jóvenes que fueron sacados a las 9:00 de la noche de la cárcel.
Destacó que pretenden demandar al director de prisiones, debido a que, según Torres, Hernández manifiesta que cuenta con el apoyo de la procuradora, Miriam Germán.
“Él dice que cuenta con la procuradora, entonces vamos a ver hasta dónde llega la protección de la procuradora hacia él”, puntualizó.
PERDIÓ UNA PIERNA POR NEGLIGENCIA
Rafael Alberto Roesindo, uno de los manifestantes, afirmó que su hijo, Andy Bladimir Roesindo Tibrey, de 25 años, recibió un disparo en medio de una riña y fue trasladado hasta Najayo con tres meses de coerción y luego de un tiempo perdió una pierna por negligencia de las autoridades.
“Cuando él decía que le dolía la pierna, le daban sedante, lo sacaban para el hospital, pero no lo medicaban y algunos policías le metían el dedo en la pierna y mi hijo perdió la pierna”, dijo.