El representante de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Bradley Freden, solicitó este miércoles “otras respuestas” a la organización, después de que sus oficinas en Nicaragua fueran ocupadas por las fuerzas de seguridad del país. El pasado domingo, el Gobierno de Daniel Ortega había anunciado su retirada inmediata de la OEA, a la que calificó de “instrumento del imperialismo yanqui”, y requisó sus edificios.
“No podemos encogernos de hombros y mirar hacia otro lado”, declaró Bradley Freden, representante de Estados Unidos ante la OEA, en la última reunión del Consejo Permanente de la organización.
Sin dar más detalles, el delegado estadounidense aseguró que la OEA no debe temer “aplicar las reglas” en casos como este, ya que, aunque Nicaragua pidió en noviembre de 2021 abandonar la organización y formalizó esta salida el pasado domingo, el país sigue, hasta 2023, legalmente sujeto a obligaciones.
Todos los miembros de la organización han condenado, sin excepción, la decisión del Gobierno nicaragüense y la ocupación de los edificios por la policía.
El secretario general de la institución, Luis Almagro, denunció que se trataba de una “afrenta a toda América Latina”, y añadió que la decisión del Ejecutivo del presidente Ortega “sienta un peligroso precedente en la región”.
La OEA, “un instrumento diabólico del mal” según el Gobierno nicaragüense
Por su parte, Nicaragua ordenó que se declarara de utilidad pública la propiedad de 296 metros cuadrados alquilada por la OEA para albergar sus oficinas en la capital nicaragüense, Managua, y anunció que se crearía allí un “Museo de la Infamia”.
Este museo se creará “en aras de promover la cultura de respeto a nuestra soberanía, la educación sobre la historia reciente, respecto a hechos que han lesionado los principales y elementales derechos humanos del pueblo nicaragüense”, explicó la Fiscalía del país centroamericano.
Las declaraciones este miércoles del representante de EE. UU. ante la organización se producen unos días después de que el Gobierno nicaragüense anunciara el domingo 24 de abril su retirada inmediata de la OEA, calificándola de “instrumento diabólico del mal”.
“A partir de esta fecha”, Nicaragua deja de ser parte de “todos los mecanismos engañosos de este monstruo”, había sentenciado el canciller nicaragüense, Denis Moncada, en una carta.
“No estaremos presentes en ninguna de las instancias de este diabólico instrumento del mal llamado OEA”, había precisado, añadiendo que, “en consecuencia, esta infame organización tampoco tendrá oficinas en nuestro país. Su sede local ha sido cerrada”.
La OEA, que reúne a la mayoría de los países de América, tiene como objetivos declarados trabajar por la seguridad, defender la democracia y los derechos humanos, luchar contra la corrupción, el tráfico ilegal así como promover el comercio.
Las tensiones entre esta organización y el Gobierno de Ortega se exacerbaron en 2018. El país se había visto sacudido por una serie de protestas que exigían la dimisión del mandatario, un exguerrillero sandinista de 76 años. La represión policial dejó más de 300 muertos y cientos de opositores encarcelados, según organizaciones de derechos humanos.
Tres años después, como la mayor parte de la comunidad internacional, la OEA no reconoció la reelección de Daniel Ortega en noviembre de 2021 para un cuarto mandato, después de que todos sus oponentes presidenciales fueran encarcelados.
La OEA, una organización cuestionada por una parte de América Latina
Pero en la región, la organización, creada en 1948 con el objetivo de contrarrestar la expansión del comunismo, es objeto también de muchas críticas.
La OEA es percibida por muchos latinoamericanos como un instrumento de injerencia de Washington.
Luis Almagro, ex ministro de Exteriores uruguayo, ha sido acusado de esforzarse por la implantación de la hegemonía de Estados Unidos en la región desde su ascenso al frente de la organización en 2015.
Con sede en Washington, es la única organización que reúne a todos los países del continente, a excepción de Cuba, excluida en 1962, y Venezuela, que renunció a su asiento en 2019; países a los que se suma ahora Nicaragua.
Sin embargo, estos tres países se encuentran entre los 33 miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organización que no incluye a Estados Unidos ni a Canadá.
El pasado mes de septiembre, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador propuso sustituir la OEA por un organismo “verdaderamente autónomo” de Washington. Su ministro de Asuntos Exteriores, Marcelo Ebrard, también aseguró que “los tiempos han cambiado” y propuso una nueva organización para el siglo XXI y no para la época de la Guerra Fría.
Con información de Efe