Por Lic. Antonio J. Cintrón III Coronel ERD (MA)
Ciudadana RD Media
La desinformación estratégica es un tema importante y actualmente usado en esferas de poder tanto personal, industrial, negocios, las artes, la guerra, la geopolítica regional y la mundial. Usada principalmente en la llamada era digital, aunque no es una herramienta de esta época, sino que en la antigüedad fue utilizada plenamente. Hay clases en las universidades especializadas en política y diplomacia que tienen este recurso bien definido, en donde se muestra el uso dado por líderes tales como el general Võ Nguyên Giáp de Vietnam, el general Dwight D. Eisenhower comandante de las Fuerzas Aliadas en la 2da Guerra Mundial asi como el general dominicano Antonio Duvergé, conocido popularmente como “el terror de los haitianos”. En cuanto a la desinformación estratégica podemos explorar cómo se ha convertido en una herramienta utilizada para influir en la opinión pública y en la toma de decisiones de líderes de todos los géneros. También es necesario aprender a identificar y combatir la desinformación en el contexto de obtener ventajas y evitárselas a los competidores.
Abrigo la convicción personal, en la que me gustaría provocar un debate entre lectores interesados y mucho más versados que yo del saber sobre este tema. Machiavelli y Goebbels
Nicolas Maquiavelo, condona el uso del engaño, del subterfugio y mentiras si estas son necesarias para la seguridad del Estado, acepta que estas cosas son inmorales peeeero…,
¿y si es su práctica la única manera que tiene el Príncipe de asegurar la supervivencia del Estado?
La desinformación estratégica es un tema relevante y complejo que afecta las relaciones internacionales y la percepción pública. Entre los capítulos XV al XVIII de su obra maestra “El Príncipe” Maquiavelo desarrolla su teoría de la apariencia, engaño y creencias, la cual es parte fundamental de “El arte de proyectar el poder a las naciones vecinas”, el tema sigue vigente, el autor conocía bien las herramientas que permiten a un mandatario conducir el poder y manejar las mañas de la geopolítica regional, la moralidad queda en segundo plano y la estrategia le supera. Siendo Maquiavelo funcionario público pudo observar los hilos que unían las monarquías de la época, el obrar con temeridad, es la sal indispensable en el sancocho para que las naciones vecinas se ajusten a esa proyección de poder.
Joseph Goebbels durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, tuvo un papel clave, en el que centralizó el control de la vida cultural e intelectual de Alemania, utilizando la radio como herramienta. Sin este medio, el sistema hubiera carecido de apoyo popular y no le hubiera sido posible mantener control contra la propaganda antinazi, así mantuvo la maquinaria propagandística del Tercer Reich engrasada y activada.
Tal era la sujeción en las palabras de Goebbels en los últimos días de la contienda, cuando la derrota era inminente, que hizo creer a los alemanes a través de enfervorecidos mensajes radiofónicos que se podía ganar. En 1943, pronunció su discurso más famoso, “Sportpalastrede” en el que llamó a los ciudadanos a una guerra total y estoica para alcanzar la grandeza prometida.
“Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Paul Joseph Goebbels
La desinformación, cuando responde a una estrategia y unos objetivos de desestabilización, pone en riesgo las instituciones democráticas, como por ejemplo la Unión Europea, ya sus valores están en jaque lo cual ayuda mucho a la fuente desinformadora ya que esta erosionada por conceptos como la posverdad, los “fake news”, la desmoralización de sus niños, la destrucción de la familia como núcleo central de la sociedad y la manipulación de las redes sociales.
Estando la desinformación de moda, con fuerza vital en la economía y condición social de las llamadas naciones del 1er mundo y desde luego en el intríngulis de la geopolítica regional. Los términos de posverdad, ciberseguridad o injerencias tienen conceptos asociados entre si, por ello su facilidad de uso.
Desinformación en la Diplomacia
Este es un punto fundamental de cómo la desinformación afecta las relaciones diplomáticas entre países. Algunos ejemplos incluyen:
Campañas de difamación: Estados o grupos pueden difundir información falsa o engañosa sobre líderes extranjeros o instituciones para debilitar la confianza y socavar las relaciones diplomáticas. Ejemplo: El Movimiento de Resistencia Islámica Palestina Hamas en su lucha criminal contra Israel
Manipulación de narrativas: Los gobiernos pueden utilizar la desinformación para cambiar la percepción pública sobre temas específicos, como conflictos territoriales o acuerdos comerciales. Ejemplo: Movimiento de Resistencia Islámica Palestina Hamas, el Partido de dios libanés (Hezbolá) y Haití junto a sus ataques estériles contra República Dominicana.
Operaciones encubiertas: Algunos servicios de inteligencia emplean tácticas de desinformación para influir en la opinión pública en otros países y lograr sus objetivos estratégicos. Ejemplo: Hamas, Hezbolá y en el conflicto Rusia Ucrania
Operaciones psicológicas: En donde no se escapa el más mínimo medio de información, comunicación o manipulación para lograr los objetivos y metas de las agencias que lo practiquen Ejemplo: Israel, EUA e Inglaterra.
Posverdad: fetichismo y mentira
Posverdad. Un concepto introducido por el dramaturgo serbio Steve Tesich, que en 1992 la utilizó en referencia al escándalo Irán-Contra para mostrar la predisposición de la opinión pública a admitir las mentiras de sus gobernantes. Lo siguió Ralf Keyes (1) utilizando el término de posverdad para referirse a la presidencia de George W. Bush tras los atentados del 11S, destacando cómo se estaba generando una crisis de confianza en el sistema.
Para muchos entendidos de la materia, la posverdad es un fetiche por su capacidad para describir la actualidad, dependiendo de cómo se mueva el orden internacional. Esta idea nos conduce a otras más, como verdad, mentira, interpretación y opinión, donde no existe una única verdad, sino que la trascendencia está en la narración.
Hoy la opinión es lo que vale y no los hechos, pues son interpretativos. Ya decía Nietzsche que no existen los hechos, sólo las interpretaciones. Para los dominicanos Juan Pablo Duarte es el Padre de la Patria y para los haitianos fue un joven inoportuno que les quitó lo que erróneamente ellos entendían que era su propiedad.
Matthew d’Ancona (2) decía que vivimos en un mundo de posverdad en el que cada uno elige su propia verdad! “como si fuera un mango”. Donde la globalización daña las bases de las naciones y las redes sociales han contribuido con un relativismo pernicioso que se está diseminando vestido de legitimidad.
La dichosa globalización nos conduce a la mentira. Antes, mentir era un asunto grave. Así nos lo enseñaban en las escuelas, iglesias y hogares. La Biblia lo prohíbe! y mi madre aun dice que la mentira es un cuchillo de doble filo “mata la integridad del que se quiere destruir y el alma del mentiroso”. (otro punto para el demonio). Como verán Maquiavelo ha sido resucitado, pero no se le da el crédito, ya que “la simulación aprovecha los recursos y la virtud es un estorbo”. Diametralmente en este torbellino, la mentira ya no se oculta y va ganando terreno en lo social y diplomático. (3)
Tecnología, información y realidad: la burbuja
Cada época ha tenido sus métodos para difundir mentiras y propaganda. Hoy la revolución digital produce más noticias y se difunden a mayor velocidad y con una eficiencia pasmosa, (4) gracias a una potente infraestructura técnica que se adapta con mucha flexibilidad al comportamiento social acoplado a cada nación, pero con altos costos.
No existen, hoy por hoy, prescripciones infalibles contra la manipulación de la información. No obstante, resulta evidente que nuestras mejores armas se basan en la convicción, en la capacidad y fortaleza de nuestros propios principios, en el conocimiento y la educación (5). En consecuencia, no tenemos otra opción más que persistir en la voluntad colectiva e individual de ser capaces de fortalecer nuestra resiliencia democrática y la cooperación nacional, internacional y multilateral. Y, para ello, nada mejor que gobiernos, medios de comunicación, sector privado, sociedad civil y ciudadanía trabajen de la mano. (6)
1 Ralph Keyes, The Post-Truth Era. Dishonesty and Deception in Contemporary Life, St. Martins Press, 2004.
2 Matthew d’Ancona, Post-Truth. The New war on Truth and How to Fight, Random House, 2017.
3 Hannah Arendt, Verdad y mentira en la política, Página Indómita, 2017.
4 Daniel Fried y Alina Polyakova (2018), “Democratic Defense against Disinformation”, Atlantic Council, 5/II/2018.
5 Malcolm N. Shaw, International Law, Cambridge University Press, 2017.
6 CCN-CERT, “Informe de Buenas Prácticas BP/13: Desinformación en el ciberespacio”, febrero de 2019.