La inmigración haitiana nos desborda

Por Albin Cepeda
CRDmedia

La inmigración haitiana en la República Dominicana ha sido un tema controvertido durante muchos años. Haití y la República Dominicana comparten la isla La Española y, aunque tienen sus propias culturas y gobiernos, sus historias están entrelazadas. La inmigración haitiana se ha intensificado en las últimas décadas debido a la pobreza, la violencia e inseguridad creciente en Haití, a la debilidad de la política migratoria de nuestro país y el uso irresponsable del empresariado privado de la mano de obra haitiana.

En el siglo XVIII, la República Dominicana y Haití eran colonias españolas y francesas. Después de la ocupación haitiana durante 22 años, la República Dominicana y Haití se separaron y se convirtieron en dos países distintos. Desde entonces, la relación entre los dos ha sido tensa.

En 1937 durante la dictadura del presidente Rafael Leónidas Trujillo, se llevó a cabo la masacre de miles de haitianos en la República Dominicana. Esto se conoce como el “Corte de 1937” y es visto como un intento de “limpiar” la República Dominicana, eliminando la población haitiana de nuestro territorio. Después de esta masacre, la inmigración haitiana disminuyó significativamente. Sin embargo, en los momentos actuales estamos viviendo unos de los hitos más importantes de la migración haitiana, dado que la situación económica y social los obliga a buscar nuevos horizontes para supervivencia.

Este incremento de la migración haitiana hacia nuestro país, ha obligado a la Dirección General de Migración a reforzar la vigilancia e incrementar las deportaciones de nacionales haitianos indocumentados, logrando deportar 57,764 entre los meses de enero y julio del 2022. ¿Pero es realmente sostenible enfocarnos en las deportaciones?, es una pregunta que le hacemos a nuestra audiencia…..además de las deportaciones, debemos enfocarnos en medidas más contundentes y de largo plazo, como es el caso de revisar la políticas migratorias, la terminación del muro fronterizo físico y tecnológico, eliminar el tráfico de haitianos en contubernio con militares y el sector privado, regular la inversión extranjera en el territorio, y crear un observatorio permanente con personas claves, nacionales, para establecer dichas medidas sin que esto suponga una violación de derechos.

Por otro lado, no es suficiente con las medidas que desde nuestro país se puedan implementar, dado que la situación de Haití, requiere el tan anhelado apoyo de la comunidad internacional para lograr la creación de un estado de derecho y enrumbar a dicho país en el camino del desarrollo, disminuyendo la violencia y la inseguridad de manera drástica e inyectando capitales de forma intensiva para crear fuentes de empleos, es decir, crear una especie de Plan Marshall, tal como se hizo en Europa después de la segunda guerra mundial. De no ser así, estaremos condenados y condenadas a reeditar aquellos trágicos y penosos episodios acontecidos en el 1937.