“Mi país está vendido, ésto basta”. Sánchez, Padre de la Patria. Mártir de El Cercado

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Por Dr. Marino Vinicio Castillo R.
LA RESPUESTA

 

Dr. Marino Vinicio Castillo R., presidente del partido FNP.

Días más, días menos, son los que aguardan para saber de acontecimientos complejos y dolorosos. El pueblo ha permanecido al parecer medio dormido ante sus graves riesgos de soberanía y ha sido muy lento su modo de ir comprendiendo lo que tiene de frente; desde luego, le faltan trechos muy perturbadores para poder tomar conciencia plena del desastre.

Como no he descansado en la tarea de advertencias, puedo calibrar el curso de los cambios insidiosos de los patrones de conducta de la conjura que nos asedia, ya fuera de ser simple asechanza, sino daño concreto.

El contexto mundial, como el regional, se prestan para las estocadas finales a nuestra independencia y lentamente parecemos caer en el foso de lo irremediable. Nunca habíamos pisado en suelos tan peligrosos. Los retorcimientos de nuestras realidades fueron atroces por obra de una habilidad inaudita y cínica de la falsía que pudre la moral internacional. La traición, de su parte, se ha activado con temeridad y desvergüenza inimaginables, y ésto ha favorecido los planes de una “Geopolítica internacionalizada”, “transcontinental”, que es lo más perverso que nos queda por confrontar.

El panorama, pues, es desolador. ONU, como siniestro albergue de las maquinaciones; las tres potencias tradicionalmente reconocidas como cabecillas de nuestra demolición como Estado, asumiendo actitudes de vil disimulación, llegando al descaro de desentenderse totalmente de la tragedia del oeste de la isla, a la cual, según dicen, “no asistirán de ningún modo, porque ya están cansados de intentarlo sin que resultara posible algún progreso”. A todo ello, súmesele una América Latina enrarecida y distante de sus proverbiales gestos de solidaridad y amistad para el legendario “David del Caribe” que fuéramos nosotros, todo por obra de una ideología demencialmente propuesta para la resucitación. Y para remate, el archipiélago circundante separándose de los vestigios del Neocolonialismo y pretendiendo ser Repúblicas con creciente importancia, dados sus votos igualitarios en el Organismo mundial que tan sensitivo resulta para aprobar, más desafueros, que aciertos.

Ni hablar de la otra dimensión: China, sutil y penetrante, abriéndose paso de manos de su paciencia milenaria para pasar a ocupar espacios claves de esa América Latina tan estremecida de que hablo. Rusia, resentida, que se decide por la guerra de Ucrania, bajo el predicamento del peligro de una OTAN beligerante, como nunca antes, que anuncia a distancia su respaldo en armamentos para fortalecer los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Todo ello aunado en un propósito de poner fin a un supuesto Apartheid, hijo neto de la maldad de la propaganda sucia de los conjurados para degradarnos. Eso y otras cosas que se harán tangibles, es cuanto nos rodea y, días más, días menos, veremos accionar a los autores de ese crimen inmenso de Lesa Humanidad que resulta ser nuestro sacrificio como Estado Nación.

Nos vinieron vaciando previamente porque necesitaban debilitarnos al perder las energías de mucha gente nuestra de calidad humana excelente; pero necesitaban, además, un instrumental nuevo para la cirugía mayor en la isla y lo han logrado al alojar en ONU lo que creen indispensable para ejecutar su plan de fechorías sedicentes, que no otra cosa es su diabólico Estado Binacional, el cual asumen como una solución definitiva de los gravísimos padecimientos de la isla; es más, consideran que el tiempo para culminarlo está vencido.

Y han sido múltiples los signos de que por ahí vendría el desastre y para mí, el más convincente resultó en ocasión de la visita del entonces Secretario General del nefasto Organismo mundial, Ban Ki-moon, que al pronunciar su discurso ante el Senado de la República, no mencionó ni una sola vez al Estado Nación República Dominicana, pese a ser éste fundador inequívoco de la Organización Mundial de Naciones Unidas, que tanta esperanza despertara en el mundo como un gran pulmón de la paz y que tanta frustración va generando a medida que se van conociendo sus extravíos de emboscadas.

El Secretario General Ban Ki-moon creyó plausible usar el burdo eufemismo lírico de “Quisqueya”, y con ello expresaba todo cuanto está programado contra la suerte nacional. Lo señalé con acritud y alabé la actitud de airada inconformidad del entonces Presidente del Senado, el extinto Reinaldo Pared Pérez, que en paz descansa, quien se negó a entregar una placa destinada a reconocer al funcionario internacional, pro África, la misma que está siendo comprometida con sus votos masivos destinados a apoyar la ignominia de la liquidación dominicana.

Ya vemos con claridad cómo ha venido aumentando la intensidad del Organismo en sus insolentes atrevimientos contra la soberanía nuestra, al tiempo en que arde el caos dejado, más bien labrado, por su alevosa y estéril presencia en Haití, en sus diecisiete años de permanencia militar multilateral allí, dizque para garantizar la seguridad y el orden público. Lejos de hacerlo su Minustah, lo que dejó fue el campo abierto para el surgimiento de bandas criminales, poderosamente armadas, para que sirvan de ariete al derrame de población haitiana sobre nosotros, por ocupación, contando desde luego con el infame concurso de la traición del gobierno de Danilo Medina, que llegó al colmo de incitarla, alentarla, siempre que ésto les pudiera servir para terminar de afianzarse en el poder como una nueva satrapía entre nosotros.

Dijimos siempre que todo estaba orquestado, pero que lo más delicado era que contaba con el apoyo siempre determinante, aunque de trasfondo, de la administración del Presidente Obama, quien en su último discurso para Latinoamérica, en una Cumbre celebrada en Lima, Perú, le envió un mensaje de despedida a Haití con estas palabras: “Quiero decirle a Haití, que he cumplido lo prometido”. ¿Qué era lo prometido, Señor Obama? ¿Fue a Haití o a la Nación del Islam, la de Malcom X y Farragán, a la que usted enviaba el mensaje como respuesta a aquella manifestación de reclamos en Washington, en la que se habló hasta de una eventual revolución de la isla que habría de tener como pionero un misterioso Vladimir? No sabemos si ya está al frente ese fantasma del Narcocrimen Organizado que allí actúa en bandas tenebrosamente articuladas.

La realidad es que no existen los hechos aislados. Todo está concatenado y la siesta profunda nuestra podría tener un despertar muy trágico. Días más, días menos, para verlo.

Todo se lo advertimos de mil modos, al actual, como al antepasado Presidente de la República; al otro, el pasado, le renunciamos un Ministerio y posiciones importantes, tan pronto vimos su misión traicionera activándose contra nuestra soberanía, antes de que llegara la obscenidad criminal de la total entrega. A todos, los tres, los prevenimos lealmente de la necesidad de que encabezaran jornadas de lucha frontal contra las lacerantes maquinaciones que nos cercaban como anuncios obvios de nuestra desaparición. Nosotros como familia biológica y familia política, desde nuestro pequeño pero aguerrido partido, les planteamos sin rodeos la necesidad de guiarnos con firmeza, asumiendo las responsabilidades necesarias de nuestra defensa como Estado Nación, para evitar hacernos tan malogrables, dada la nueva composición de una Geopolítica mucho más efectiva para la destrucción de nuestra historia.

A uno, le prevenimos de que fuera cauto en su solidaridad en ocasión de un seísmo devastador; que dejara que fuera la llamada Comunidad Internacional la que ocupara la primera fila en la compasión solidaria y la asistencia. No nos oyó y con ingenuidad confió en que se reconocería nuestra nobleza al asistir a aquellos desesperados, tan dignos de mejor suerte.

Los gobiernos de los llamados “Amigos de Haití” fueron parcos en el auxilio y para excusar su timidez frente a un apoyo real, no dejaron de decir que “no había manera de allegar los recursos”, “porque no había quien pudiera recibirlos y administrarlos con idoneidad”. Incluso, cuando aquel gobierno al cual pertenecíamos tomó la iniciativa vana de construirle una Universidad, como un elocuente mensaje de que es allá donde deben formarse sus redentores eventuales para orientar los progresos soñados dentro del caos, nosotros dijimos: Hospitales sí, en lugar de Universidad, es lo que cabría. Y se nos decía “pero es que Francia ha prometido levantar cuatro hospitales y se niegan a recibirlos”.

Recuerdo haber escrito con severidad y preguntaba: ¿Es que no son capaces de descifrar esa renuencia? ¿No revela, acaso, que el master plan de fusión en la isla lo que procura es fortalecerse más, mientras peores sean las condiciones de salud, educación y seguridad, cosa que puedan servir para algún día alcanzar las condiciones básicas de refugiados o refugiables en un aplastante asilo territorial al amparo del ACNUR de ONU?

No se nos oyó y el tiempo ha sido el encargado de traer nuestras razones, aunque ya convertidas en remedos atemporales, inútiles ante los fait a cumplit que han sobrevenido. Tenemos ocupación llena, mayor que la que pretendiera el Presidente Clinton con sus diecinueve campamentos de veinte mil habitantes cada uno; algo que ha terminado por ser diez veces peor que aquella iniciativa que fuera rechazada por un gobernante dominicano, anciano y ciego, pero fuertemente adherido al honor nacional.

Al otro presidente no le perdonamos que nos engañara desde La Habana, cuando en un cónclave regional nos llevó hasta el delirio con un corto pero emocionante discurso de compromiso con la Patria. En días, a su regreso, se vio cuánto de farsa hubo en aquello y aquel siniestro Primer Ministro que cogobernaba, se encargó en Juan Dolio de exponer la verdadera política exterior de la traición. Fue ahí donde se hizo la más abominable execración del Padre de la Patria y de todos nuestros héroes y mártires, reputándoles supuestamente como “comparsas de élites”, por lo que ya no tenía sentido defender su “Patria de Muertos”, que vendría a ser sustituida por una “Patria de Vivos”. Todo ésto dicho en presencia de los adalides del nudismo que gobernaba al Narcoestado vecino.

Fue una experiencia aquella que nos hizo citar muchas veces al Montesinos de Perú, una versión caribeña por supuesto, que dicho sea de paso, se ha evaporado con mayor sigilo que el peruano y no se sabe de él ni en los centros espiritistas. Pero no es de dudar que un día de éstos reaparezca, pues, días más, días menos, está por llegar la cirugía mayor y se necesitarán enfermeros asistentes con experiencia, tal como él ha demostrado tanto desde el quirófano menor de USAID, hasta llegar a ser reconocido por la China Superpotencia haciendo pacientes amarres en la Región. Al único que felicitaran por sus eficaces esfuerzos para deshacernos de Taiwán, que en sus lamentos puso precio a lo que consideró un abandono inexcusable de setenta años de relaciones provechosas.

A este Presidente, el actual, que he calificado como sorprendente desde el palco de mi edad de merecido descanso, le he dicho que se cuide mucho y no deje marchitar los gestos concretos que ha dado hasta hoy para la preservación de nuestra condición de Estado independiente: verja o muro, como le se llame, más legalidad para rebotar los aplastamientos, no migratorios, sino de ocupación demográfica, es la mayor tarea a su cargo. Que se cuide mucho de no incurrir en una nueva deserción del sagrado compromiso; que trascienda al partidarismo en todo lo que pueda turbar al patriotismo.

Que no olvide que está bajo cuidadosa observación, pues han comparecido, ya, señales negativas de su verdadera determinación; que su discurso fundamental, como sus actitudes esenciales sobre soberanía y anticorrupción, son sus únicos pasaportes para poder intentar el viaje a la gloria; que evite el desencanto catastrófico de la población que ha sabido comprender y sobrellevar sus apremios en el manejo de tantas crisis difíciles. Que se lleve de la enseñanza de aquel coloso, Winston Churchill, que al referirse al tema sostuvo: “La diferencia entre el político y el estadista reside en que, mientras el político piensa en las próximas elecciones, el estadista piensa en las próximas generaciones.”

No desmaye, Presidente, que en la medida que se logre abanderar con los valores nacionales, mayores serán los respaldos y mejor la compañía que tendría.

Ahora voy a mis preguntas de siempre: ¿Creen ustedes que vale la pena insistir en la esperanza de enmiendas de errores por vía del aliento a los dos líderes visibles del futuro inmediato? ¿Es bueno recordarles que la índole de la Patria es inescrutable, como insepultable, y que a partir de estos tiempos comenzará a revelarse su capacidad de inmolación y saber estallar en rebeldías incontrolables? He tomado de los mensajes del Ideario de Francisco del Rosario Sánchez, Mártir de El Cercado, el título de esta entrega, que me emociona repetirlo: “Mi país está vendido, ésto basta.”

Que sepan pues los elegidos por el destino para llevar las riendas nuestras, que está prohibido terminantemente cometer errores y desaciertos que contribuyan a llevarnos a la ruina de ser sólo un recuerdo despreciable de la historia universal. Que asuman el énfasis del Padre Fundador, Duarte, cuando manifestara: “Nuestra patria ha de ser libre de toda potencia extranjera, o se hunde la Isla”.

Ese iluminado fue cabeza de la verdadera y gloriosa élite de los sentimientos más alto por la libertad del pueblo nuestro; élite superior a la de “los talentos” que tan permitida está en nuestra Constitución. El Dios Todopoderoso estará con nuestro pueblo, que no en vano lo evoca en su bandera. Amén.

Redacción
Author: Redacción

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