Los placeres simples de la vida

 

Por Angela Lora
En La Punta de la Lengua

El arte de disfrutar los placeres simples de la vida

 

Dejarse llevar por los placeres simples de la vida es una de esas lecciones  trascendentes de cada día, el reconocimiento de las cosas que son realmente importantes en la vida.  Los Daneses lo llaman Hygge y lo consideran un arte. La pandemia de COVID-19 nos hizo reflexionar sobre lo que realmente es valioso e importante, aquello que no puede obtenerse con dinero o por méritos, sino con afectos, con dedicación y empatía, desde el corazón.  El valor del tiempo dedicado a la familia y los amigos alcanzó un reconocimiento y dimensiones elevadas: abrazar, expresar el amor.

Seguro que ya muchos han identificado algunos de esos placeres de la vida que de forma natural son simples pero a la vez relevantes y hoy quiero compartir específicamente algunas ideas.

Comenzando con lo básico, aquello en  lo que todos están de acuerdo pero no se menciona de manera explícita, sino más bien reservada, como por ejemplo cuando podemos complacer la urgencia de ir al baño, ese momento en que finalmente y a tiempo podemos sentarnos, soltar y respirar profundo.

Un vaso de agua en un momento de mucha sed y calor resulta ser el alimento más rico del planeta, sin mencionar lo que podría provocar un vaso de aquel conocido refresco con mucho hielo, que hace agua a la boca y está vinculado a la frase aquella del desierto.  

Y continuando con el tema del calor que nos ataca, un baño refrescante para bajarle la temperatura al cuerpo sería un placer simple pero gratificante, sobre todo en un clima como el que estamos teniendo: puede ser una ducha, una manguera, un rio.

!!Qué grato es poder transitar una tarde sin encontrar entaponamientos en el camino o choferes ignorantes e irrespetuosos!!

Y si de comidas hablamos, la subjetividad y las experiencias marcan una diferencia entre las exigencias de unos y otros, pero en sentido general, las tradiciones y la cultura nos llevan al deleite de esos sabores que nos acompañan desde la niñez, no importa la condición social, los cuales siempre solían ser sencillos y fáciles.  

Podemos destacar aquellas picaderas que fueron parte de la merienda en las escuelas, sin tomar en cuenta a cual usted asistiera. No eran para platos elaborados, sino alimentos simples que permitieran satisfacer el hambre y permitieran continuar con la jornada escolar dejando recuerdos entrañables: bizcocho como aquel llamado “borracho” que llevaban en una bandeja, divido en cuadritos y que ahora llaman “red velvet”; o un helado casero presentado en fundita, especialmente el de batata con coco. Las gelatinas siguen siendo utilizadas con lo cual no pierden actualidad y más fáciles no pueden ser. Por supuesto no puedo dejar de mencionar el yaniqueque.

Acostarse  en una cama con sábanas límpias recién colocadas; el aroma del café recién colado y cuando finalmente lo puede saborear, la ricura en el paladar; el breve instante en que sentimos la humedad en los pies enterrados en la arena de la playa, con la vista en el horizonte azul, o si prefiere el aire frio de alguna zona de montaña, la posibilidad de recostarse en un mueble, arropado, con una taza de algo caliente o una copa en una mano y a lo mejor un libro en la otra, o el control de la TV listo para iniciar una serie. Quizás prefiera compartir ese momento con las personas que ama.

Piénselo. Haga su lista.  De seguro hay muchas cosas que realmente disfruta y que no tienen un costo comprometedor, no requieren un esfuerzo alto para obtenerlo y por el contrario, le proporcionarán ese momento de felicidad que andamos buscando y que en realidad es el verdadero concepto de vivir la vida.

En La Punta de la Lengua

 

Redacción
Author: Redacción

Medio digital de comunicación de República Dominicana

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